Los adolescentes son sujetos con derechos y responsabilidades. Los derechos humanos reconocen a un individuo por el simple hecho de existir. Son indispensables para una vida digna. Un derecho es una facultad de hacer o exigir algo en nuestro favor porque así nos corresponde. La ley establece precisamente los derechos y obligaciones de las personas; sin ello, la vida en sociedad sería imposible. Si bien el reconocimiento jurídico de los derechos es fundamental, antes de cualquier contrato o ley, existen derechos considerados básicos que a nadie se le pueden negar: los derechos humanos. Estos se adquieren tan solo por la dignidad que implica ser una persona.
Los derechos humanos son el conjunto de libertades y facultades de carácter civil,
político, económico, social y cultural, que incluyen los recursos y mecanismos para garantizarlos,
tanto a nivel individual como colectivo. La justicia y la convivencia democrática se
basan precisamente en el respeto de estos derechos. Únicamente reconociendo que
todas las personas tienen la misma dignidad puede promoverse un sentido de justicia
que incluya a cada individuo. Cuando se cumple lo anterior se tiene una sociedad en
plenitud.
La convivencia democrática y el respeto de los derechos humanos son dos caras
de la misma moneda. La democracia promueve la igualdad entre todas las personas,
pero la igualdad está determinada por los derechos humanos. Todos los individuos
merecen el mismo trato, pero ese trato equitativo tiene que estar en sintonía con
los derechos humanos.
La dignidad humana es el principio en el que se fundan los derechos humanos,
pues con ellos las personas pueden vivir en plenitud de sus facultades emocionales,
físicas y sociales. Este concepto refiere al valor inherente del ser humano en cuanto
a ser racional, dotado de libertad y capaz de mejorar su vida mediante la toma de
decisiones y el ejercicio de su libertad. La esclavitud y los trabajos forzados,
por ejemplo, atentan contra la dignidad humana, pues niegan el ejercicio de la libertad
y hacen uso de las personas tal y como lo hacemos con los objetos.
Reconocer que todos los seres humanos tienen la misma dignidad,
es que no hay ciudadanos de primera ni de segunda clase. Todas las personas
tienen los mismos derechos y obligaciones en una sociedad. Desafortunadamente,
los derechos fundamentales que emanan de esa dignidad no siempre se
han respetado; por ello, el 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las
Naciones Unidas proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Muchos
acontecimientos motivaron esta declaración, los principales fueron los actos
de barbarie que ocurrieron durante la Segunda Guerra Mundial y el propósito firme de
establecer las condiciones para un mundo más justo.
Los derechos humanos se consideraban como un asunto interno
de los Estados. Después de la Segunda Guerra Mundial, luego de comprobarse
los crímenes cometidos por los nazis, empezó a considerarse que por encima de la
soberanía de los Estados debía prevalecer el respeto a la dignidad y los derechos de
los seres humanos.
La historia de la defensa de los derechos humanos en México se remonta hasta
Mesoamérica, donde se desarrollaron distintos modos de aplicar la justicia, los cuales
siempre reconocieron que toda persona tenía derecho a un juicio, antes de ser declarada
culpable.
En el periodo de la dominación española se desarrolló una mezcla de tradiciones
legales que se denominaron derecho indiano; en esta etapa, los indígenas tenían
más obligaciones que derechos.
En la época independiente se respaldó la libertad del ser humano y se abolieron tanto
la esclavitud como el tributo que debían pagar los indígenas.
A partir de la Revolución de 1910, los derechos sociales pasaron a primer plano. La
equidad económica y social, la soberanía popular y el pluralismo político fueron algunos
derechos por los que lucharon los revolucionarios.
Finalmente, por medio de una reforma constitucional, publicada en el Diario Oficial de
la Federación el 13 de septiembre de 1999, dicho organismo nacional se constituyó
como una institución con plena autonomía. Esta reforma fortaleció la función del ombudsman
en México, ya que le permite cumplir con su función de proteger y defender
los derechos humanos de todos los mexicanos.
Los derechos humanos reconocidos en México y en el mundo nos corresponden y
debemos ejercerlos en todos los planos de nuestra vida, es decir, tanto en lo público
como en lo privado. Tu derecho a la vida, debe respetarse en la escuela y
en tu casa, porque en ambos lugares eres una persona y tus derechos te acompañan
a donde vayas.
Los derechos humanos se han clasificado de diversas maneras, algunas veces por
su naturaleza; otras, por su origen o por el contenido y materia a la que se refieren.
Una es la clasificación denominada tres generaciones, la cual
es de carácter histórico y considera el orden de aparición o reconocimiento por parte
del orden jurídico de cada país.
Los derechos humanos de primera generación son los derechos civiles y políticos.
También se les llama libertades clásicas. En este grupo se encuentran las exigencias
que, durante la Revolución francesa, el pueblo planteó mediante la Asamblea Nacional,
y en él también se encuentran los reclamos que motivaron los principales movimientos
revolucionarios en diversas partes del mundo a finales del siglo XVIII. Entre ellos figuran
los siguientes:
1. Toda persona tiene derechos y libertades fundamentales sin distinción de etnia,
color, idioma, posición social o económica.
2. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad jurídica.
3. Los hombres y las mujeres poseen iguales derechos.
4. Nadie estará sometido a esclavitud o servidumbre, a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes, ni se le podrá ocasionar daño físico, psíquico o moral.
5. Nadie puede ser molestado en su vida privada, familiar, en su domicilio o correspondencia,
ni sufrir ataques a su honra o reputación.
6. Toda persona tiene derecho de circular libremente y de elegir su residencia.
7. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
8. En caso de persecución política, toda persona tiene derecho de buscar asilo
y disfrutar de él en cualquier país.
9. Los hombres y las mujeres tienen derecho de casarse y de decidir el número de
hijos que desean.
10. Todo individuo tiene derecho a la libertad de pensamiento y de creencia, y a la
libertad de opinión y expresión de sus ideas.
11. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica.
Los de segunda generación son aquellos de carácter económico, social y cultural. En
este caso, el Estado de derecho pasa a una etapa superior al convertirse en un Estado
social de derecho. En esta categoría se encuentran los siguientes:
1. Toda persona tiene derecho a la seguridad social.
2. Toda persona tiene derecho al trabajo en condiciones equitativas y satisfactorias.
3. Toda persona tiene derecho de formar sindicatos para la defensa de sus intereses.
4. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, a ella y a
su familia, salud, alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica y los servicios
sociales necesarios.
5. Toda persona tiene derecho a la salud física y mental.
6. Durante la maternidad y la infancia, toda persona tiene derecho a cuidados y
asistencia especial.
7. Toda persona tiene derecho a la educación en sus diversas modalidades.
8. La educación primaria y secundaria es obligatoria y gratuita.
Los de tercera generación se promovieron a partir de la década
de 1970 para estimular el progreso social y elevar el nivel de vida de todos los pueblos,
en un marco de respeto y colaboración mutua entre las naciones de la comunidad
internacional, por eso también se les conoce como libertades generadoras del
Estado de bienestar. Entre otros, tenemos los siguientes:
1. Derecho a la autodeterminación.
2. Derecho a la independencia económica y política.
3. Derecho a la identidad nacional y cultural.
4. Derecho a la paz y a la coexistencia pacífica.
5. Derecho al entendimiento y confianza.
6. Derecho a la cooperación internacional y regional.
7. Derecho a la justicia internacional.
8. Derecho al uso de los avances de la ciencia y la tecnología.
9. Derecho a la solución de los problemas alimentarios, demográficos, educativos
y ecológicos.
10. Derecho al patrimonio común de la humanidad.
11. Derecho al desarrollo que permita una vida digna.
La lista de los derechos humanos es extensa; sin embargo, sería
difícil pensar en una vida plena si no tenemos la garantía de ejercerlos todos. La
autonomía y la libertad son dos elementos fundamentales para el disfrute de una
vida plena. Autonomía es la capacidad que tiene el ser humano de darse a sí mismo
normas y leyes para gobernarse, sin desarrollar dependencia de nadie. La libertad se
define como el poder de elegir y realizar lo que cada persona decida, siempre y cuando
exista responsabilidad. Ambas capacidades —autonomía y libertad— se relacionan
porque gracias a la libertad, la persona puede darse a sí misma normas y actuar
conforme a estas, es decir, la autonomía bien entendida conlleva la incorporación
libre de los derechos fundamentales del ser humano como parte de la vida cotidiana. Dos
cosas: conocerlos y ejercerlos. Por una parte, debemos verlos como un conjunto de
normas que deben respetarse y, por otra, considerarlos también una expresión fiel
de lo que somos. Cualquiera podría considerar el respeto a la vida tan solo parte de
un código externo de conducta y así respetarlo por miedo a que, de no hacerlo, se le
privara de la libertad. Sin embargo, hay una opción distinta que conlleva adoptar libremente
ese derecho como parte de la forma individual de ser y entender el mundo.
Esto implica respetar la vida del otro, porque se reconoce que esta es valiosa, al margen
de cualquier consideración y de las consecuencias de no respetar ese derecho.
Una sociedad que promueve y respeta los derechos humanos propicia la justicia
social. Así, cada uno de los miembros de la comunidad puede participar y obtener
los bienes logrados con el esfuerzo de todos. Desde luego, la organización de la vida
social para que cada persona pueda desarrollar libre y plenamente su vida debe
atender todos los derechos básicos que hemos mencionado. Olvidar alguno implicaría
la promoción de un ideal de vida mutilado y terminaría por excluir a algún sector
de la sociedad.